miércoles, 1 de febrero de 2012

La Oración Y La Paciencia


Preparado por:
Pastor. Jorge Enrique López.

Pacientemente espera a Jehová, y se inclinó a mí y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso;  puso mis pies sobre peña y enderezó mis pasos. Salmo 40; 1-2.

Hace unos días me encontré con una mujer cristiana, que agobiada por los sufrimientos me decía: Pastor, no volveré a la iglesia, pues Dios se ha olvidado de mí, ya ni me responde. No son pocas las personas que dicen ser cristianas y usan este mismo lenguaje de decepción. Creen que realmente el Señor se olvidó de ellas, y empiezan a buscar la mano del hombre, y de verdad, abandonan la esperanza en la palabra y en las promesas de Dios.


En el libro de Deuteronomio 32; 39 Dice: Ved ahora, que YO, YO SOY, Y no hay dioses conmigo; yo hago morir y yo hago vivir; yo hiero y yo sano; Y no hay quien pueda librar de mi mano. Esto quiere decir: Que si el hiere; hay que esperar que el mismo sane. Él se ha comprometido a ello. Y las palabras de Dios, como sus promesas; son fieles y son verdaderas.

El primer libro de Samuel 2; 6-8. Confirma lo anterior: Jehová mata, y el da vida; El hace descender al Sehol, y hace subir. Jehová empobrece y el enriquece; abate y enaltece. El levanta del polvo al pobre, y del muladar exalta al menesteroso; para hacerle sentar con príncipes y heredar un sitio de honor. Aquí hallamos la razón lógica y real, para aprender a esperar en él, a través de la oración.

Entonces, aprenderemos que cuando nos arrodillamos a orar para solicitar algo de Dios, él se ha comprometido a respondernos, pero debemos esperar el tiempo de Dios.
Dios es Espíritu, no habita el tiempo como nosotros. La oración entonces, debe estar revestida de esperanza y de paciencia. La mano que hiere, es la misma que sana. El que abate, es el mismo que exalta, el que quita la vida, es el mismo que hace subir del sepulcro; Y el que empobrece, es el mismo que también enriquece. Definitivamente; hay que esperarlo.

Bienaventurado aquel, cuyo ayudador es el Dios de Jacob (Jesucristo). De donde vendrá mi socoro?...

En la 1ª carta de Juan. 5; 14. Dice: Y esta es la confianza que tenemos en el, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. No dice que nos responde: Nos oye. Evalúa si nuestra petición es correcta, si lo que pedimos está dentro de sus propósitos, si no nos hará daño, etc. etc. El verso subsiguiente dice: Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho. La segura respuesta conforme a su voluntad.

Entonces la oración demanda paciencia para esperar la respuesta de Dios.

El Salmo 37; 7 Dice: Guarda silencio ante Jehová, y espera en el. Es decir: No reniegues, no murmures ni te enojes contra él; que te responderá. Lo que debemos hacer, es esperar. El Salmo 5; 3. Dice: Oh Jehová de madrugada oirás mi voz; de mañana me presentare delante de ti, y esperaré. Si esto es así; no hay que desesperarse. Sencillamente: Esperar. Con el estaré en el día de la angustia, me invocará y yo le responderé. Salmo 91:

Dios no corre. Nosotros somos los que nos desesperamos. ¿Qué haríamos si nuestro pastor deja que sus hijos violen a las hermanas, se roben las ofrendas, enfrenten a las autoridades establecidas etc.? Pediríamos que lo cambien verdad? Y los oficiales una vez confirmado el asunto, cuanto tiempo tardarían en trasladarlo? Yo diría que casi inmediatamente.

Ahora, observemos lo que Dios hizo en el caso del sacerdote Eli, para remplazarlo; Lo primero que hizo Dios, fue buscar una jovencita que había sido abandonada por su marido por cuanto no le había dado hijos y que además era estéril. Había, además, que esperar que Dios tratara con Elcana esposo de Anita, por cuanto este se había ido de la casa y ya tenía como 10 años por fuera de casita. Además después que regresar Elcana, había que esperar que ella quedara en embarazo y esto demora nueve meses, Y más aún, una vez nacido el niño Samuel, se tenía que esperar, un buen tiempo, para que él bebe creciera y se pudiera llevar al templo y aun mas, el tiempo de la unción sacerdotal

Esto es una demostración que Dios no corre y que por eso hay que esperarlo.

El otro día, escuche un dialogo entre tres hermanos que trataban de definir una situación difícil que se les había presentado. Uno de ellos decía: Esperemos en el Señor, El otro argumentaba, diciendo: Es mejor que oremos. Y un tercero dijo: Es mejor que pongan un abogado, porque Dios se demora mucho. Realmente no es que Dios se demore mucho, sino que nosotros corremos demasiado.

En el versículo que leeremos a continuación, observaremos las bendiciones de esperar a Dios. Isaías 40; 31. Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como las águilas, correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán.

Tendrán nuevas fuerzas. Tendrán una renovación espiritual continua.

Levantarán alas como las águilas. Dios los pondrá en alto; Lejos del peligro mundanal.

Correrán y no se cansarán. Alcanzarán el premio del supremo llamamiento en Cristo.

Caminarán y no se fatigarán. La fatiga detiene la marcha. Caminó Enoc y se lo llevó Dios. Los que pacientemente esperan a Jehová no serán avergonzados ni confundidos.

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